sábado, 6 de enero de 2007

MIS MEMORIAS.



Hurgando en lo mas recóndito de mi cerebro, y con la ayuda de algunas personas que me dieron luz de algunos pasajes de mi vida. Y que sin esa ayuda no hubiera sido posible echar a andar mi memoria, para recordar algunos lapsos de mi existencia y la interrelación que se da entre estos, que encadenan y enriquecen mis recuerdos. Mi cerebro empezó a ordenar mis recuerdos, y este y dio la orden a mis manos, para que escribieran los hechos descritos en el presente intento, de desenterrar mi pasado, y con el producto poder dar tema para escribir un libro, para poder cumplir con todas las condicionantes para poder trascender en la vida.




Guasavè. Sinaloa a 10 de diciembre de 2004.


Prologo.

Cuernavaca, Mor. A 07 de Abril de 2003.


El día de hoy 07 de Abril del año de 2003, viviendo en la ciudad de de la eterna primavera; Cuernavaca, Morelos.

Uno de los vicios que he desarrollado, y que me ha ayudado a sobrellevar la soledad, que a implicado para mi, el haber tenido que vivir siempre, en el lugar donde he construido las obras, y que afortunadamente las he tenido en muchos lugares de la hermosa provincia mexicana.

Después de haber leído, tantos y tantos libros y de tan variados temas, después de aprender a disfrutar de la lectura, llegando a tener la posibilidad de imaginarme, los diferentes escenarios, los paisajes, los colores, los sonidos, los olores, los sabores, las psicologías de los múltiples personajes, el pretender haberse adentrado, lo suficiente en la trama del libro, para de esta forma, poder deducir el desenlace.

En fin, este mundo mágico que es la lectura de un libro, siempre me motivo a algún día poder llegar a escribir mi propio libro, y creo que ese día llego. Hay un refrán que reza así: Para que un hombre trascienda en la vida, debe de sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.

Únicamente me falta escribir el libro, y creo que ya lo empecé.

Como un ejercicio para que no se me olviden todas las infamias de que he sido objeto y que agradezco a Dios ò al destino, ò como quiera que se llame; que me hayan sucedido, para darme cuenta de que solamente soy un hombre mas, un simple mortal, y no el ser que me creía.

Tengo muy claro, que cuando me muera lo único que podré llevarme a la tumba será, la satisfacción de que contra viento y marea, sin regateos, ni condicionamientos trabaje duro para darle a mis hijos y a mi familia un mundo mejor al que yo tuve.

Porque siempre piensa uno, que todo el mundo es como uno, con sus defectos y sus virtudes, pero cuando uno descubre, que existe un lado oscuro en la gente que uno quiere, se le cae a uno el mundo.

La filosofía que siempre ha conducido mi vida, y la que me enseñaron mis padres es: No hagas a otros, lo que no quieras que te hagan.

Quien soy, de donde vengo ò provengo.

Empezare por mencionar, los recuerdos más remotos de mi existencia.

De mi infancia tengo gratos recuerdos; tratare de recordar como fue: Fui el mayor de cinco hermanos; yo Gonzalo Esteban Martínez Cruzado, el segundo Eric Armando, la tercera Leticia Arcadia, la cuarta Martha Beatriz, y el quinto José Miguel, todos con los mismos apellidos.

Mi papa Gonzalo Martínez Calva, mi mama Martha Beatriz Cruzado Padilla de Martinez, mi abuelo paterno Gonzalo Martínez Cruz, mi abuela paterna Carmen Calva, mi abuelo materno Manuel Cruzado Villa y mi abuelita consentida Delfina Padilla.

Los remotos recuerdos de mi niñez.

Los recuerdos mas remotos de mi vida son cuando tenía unos seis o siete años, vivíamos en una casa rentada en la calle de Corona numero trescientos ocho; en la colonia Industrial, en la ciudad de México.
En ese tiempo mi papa trabajaba manejando un trailer, recuerdo que decía que en la Aftosa, después supe que era un programa con el ganado para prevenir la fiebre aftosa, el estaba constantemente de viaje.
Vivíamos en la casa Mi papa, Mi mama, mi abuela paterna, y únicamente existíamos los cuatro primeros, la casa la recuerdo con un esquema de patio central, piso de mosaico siempre muy limpio y un jardín enorme, que con el paso de los años volví a ver y era un pequeño jardincito.

En esta etapa de nuestras vidas la economía creo yo; era estable y uno como niño se dedica a ir a la escuela, a comer y a fregar.

Mi mama siempre fue muy chimiscolera tradúzcase como buena organizadora de pachangas.

Recuerdo que los primeros años fuimos a una escuela particular, llamada La Doncella de Orleáns; Fui a esta escuela hasta el segundo año, y en todo evento que había en la escuela, teníamos que sufrir, el salir en los bailables, en los desfiles, siempre disfrazados con chingadera y media.

La única que heredo el carácter extrovertido y desmadrozo de mi mama fue Leticia, que gozaba saliendo en cuanto evento existiera.

En nuestros respectivos cumpleaños las fiestas siempre eran de disfraces, había pastel, dulces, etc.

Nuestra relación como hermanos era la clásica, como perros y gatos; pero por parte de mi abuela paterna, quien vivía con nosotros, tenía sus preferidos, que eran Eric, Leticia y Martha, yo nunca supe la causa pero yo nunca fui santo de su devoción y me hacia la vida de cuadritos.

Si a los demás les daba un dulce a mi no me tocaba, recuerdo que para levantarme para ir a la escuela iba y me untaba saliva en los ojos, y con eso me levantaba yo todo encabronado.

Mi mama, siempre tuvo problemas con mi abuela paterna, la causa nunca la supe.

Después llego para mi papa una racha mala, supongo que se acabo el programa de la aftosa y se quedo sin trabajo y nos fuimos a vivir a San Rafael numero doce, departamento ocho; Con mi abuela materna, de la cual puedo decirlo con orgullo; Yo fui su nieto consentido, y recuerdo que vivíamos en ese departamento todos hechos bola, ya que era un departamento de dos recamaras.

Donde vivíamos mi abuela materna, quien era la arrendataria del departamento, mi papa, mi mama, nosotros cuatro y de pilón el tío Javier, yerno de mi abuelita y esposo de la tía Mache, el trabajaba en México y residía en Tulancingo, Hgo. Por lo que toda la semana vivía ahí.

Quiero hacer énfasis, que lo que voy a narrar, no es una recriminación, no es con dolor, ni amargura.

Ya que yo siempre e estado agradecido con mis padres, por habernos dado la oportunidad de estudiar, y habernos dado sólidos principios, y enseñarnos a diferenciar el bien del mal.

Únicamente fue lo que sucedió en esta etapa de nuestras vidas, por principio de cuentas dejamos de ir a una escuela de paga y entramos a la escuela pública Emiliano Zapata, en el turno de la tarde, porque en la mañana supongo que no había cupo.
Recuerdo que tenía una mochila de lámina, que odiaba, pues yo soñaba con tener una mochila de piel con sus tirantes, para cargar en la espalda, y como buen escuincle inconsciente y pendejo pensaba que si la echaba a perder me comprarían una de piel.

Le amarraba un lazo a mi pobre mochila, y me la llevaba arrastrando las ocho cuadras que había de distancia de la casa a la escuela y mi pobre mochila de lamina iba echando chispas por toda la banqueta, hasta que se acabo, misteriosamente se desintegro.

El resultado inmediato al llegar de la escuela y darle a mi mama, la mala noticia, fue una santa madriza, con su arma de tortura favorita, que era un alambre de luz.

Pensé valió la pena la paliza, ahora si voy a estrenar mi mochila de piel; pero al día siguiente que falleció mi mochila oh sorpresa me dio mi mama una bolsa de mandado de nylon, y a la escuela a punta de madrazos, a pasar la vergüenza del año.

Otro recuerdo que tengo de esta etapa era la alimentación comíamos todos los días sopa de pasta o de pan y frijoles

A mí como siempre me han encantado la sopa y los frijoles, pues no había problema. Yo recuerdo haber comido carne, pollo o pescado, contadas las veces con los dedos de mi mano, a la fecha no me gustan.

Jamón solo si era un evento súper especial, por eso creo que a mí como para el chavo del ocho, una torta de jamón es un manjar digno de dioses.

También supongo que por lo barato en ocasiones nos daban hígado de res, y acababa la comida en una santa madriza colectiva, pues nadie quería comer el famoso hígado encebollado.

Haciendo un paréntesis me estoy carcajeando, nada más de recordar el cuadro familiar, cuatro pobres niños todos madreados, chillando y comiendo a la fuerza, en esos tiempos no existían las Organizaciones de Derechos Humanos, y reconozco que gracias a tantos madrazos que nos propino nuestra santa madre, el día de hoy somos gente de bien; Gracias Mama.

Otro recuerdo que tengo es que para cenar eran invariablemente leche y frijoles, y siempre comimos pan, y a mi me tocaba ir a comprarlo, costaba diez centavos la telera, y a cada uno le tocaba comerse una pieza, no podías tener mas hambre porque te comías la ración del otro.

De pan de dulce ni hablamos, de eso solo comíamos los domingos por la noche y tenías derecho a tus dos piezas de dulce, que costaban veinte centavos.

Todas estas estrecheses alimentarías, hoy en día me dan la posibilidad de saborear y disfrutar las cosas sencillas de la vida: una torta de jamón, el pan de dulce, los frijoles, etc.

Recuerdo un domingo en la mañana que mis hermanos se habían ido a casa de mi abuela paterna a quedar, mi abuela materna se había ido con el tío Miguel, y únicamente estábamos mi mama y yo, y me pregunto Chalo ( porque así me decían ) que nos desayunamos y yo le sugerí desayunar unos huevos a la mexicana, pero le dije has mucho Ma´.

Que me manda mi mama a comprar un kilo de huevo, jitomate, cebolla y chiles verdes; lo preparamos a la mexicana y que nos damos el atascon de nuestra vida entre los dos; Yo no volví a comer huevo en todas sus modalidades por años.

Pero en ese momento se cumplió uno de mis sueños, así de simple era ser feliz.

Con respecto a la ropa, a mi me la heredaban del primo Juan Mata, que tendría unos diez años mas que yo, le metían por aquí le cortaban por allá y listo toda me quedaba aguada; eso si, pura ropa finísima, pues eran los familiares ricos.

En mis recuerdos yo consideraba haber sido un niño normal, además de muy bien portado.

La Sra. Carmela y Clarita, me desbloquearon la memoria.

En diciembre del año pasado, vino mi mama a cuidar a la tía mache que murió por esas fechas y después la lleve a la Ciudad de Querétaro a visitar a su comadre Carmela, amiga entrañable desde los tiempos del Doncella de Orleáns, donde ambas por chimiscoleras eran de la mesa directiva.

Platicando con ella, sus hijas Clara, Lucy y su nieta Geo, la Sra. Carmela le comentaba a su nieta quien ya tiene un niño como de tres años, que yo fui el infant terrible, que todo lo que tocaba destruía.

Yo me quede estupefacto al no saber de que hablaba y le pedí que me contara porque decía eso. Al oír la narración que nos hacia la Sra. Carmela, se fue disipando una nube que tenia bloqueada mi memoria, y empecé a recordar muchísimas de las travesuras de mi infancia, que estaban escondidas en lo mas recóndito de mi cerebro, y a como disfrute su relato.

Mi agradecimiento a la Sra. Carmela por revivirme la memoria y darme luz e información verídica de esta etapa de mi vida.

Pues como bien dijo la Sra. Carmela, resulta que nunca fui el niño modelo que yo pensaba haber sido, por esas fechas yo he de haber tenido aproximadamente diez u once años.

En ese momento por lo que me narraron la Sra. Carmela y su hija Clara, que es un poco mas grande que yo, descubrí, y me entere que fui un niño súper hiperactivo, latoso y destructor, que fui peor que la tres veces heroica chingada.

El haberme hecho la Sra. Carmela y su hija Clara el favor de sacarme a flote estos recuerdos, fueron motivo de que como por arte de magia empezara a recordar todo esto que mi inconsciente bloqueaba, y con ello las mil un travesuras y chingaderas que hice de niño.

Descripción de los recuerdos, narrados por la Sra. Carmela y su hija Clara, que además agradezco, porque la narración era actuada y le pusieron un toque humorístico, con el que descubrí en mi, que yo también me podía carcajear a mandíbula batiente.

Recuerdo uno. Para aquel entonces vivíamos en la calle Real del monte numero doscientos ochenta y seis, departamento uno, y el Sr. Nacho Vega y su familia vivían en la misma calle como a dos cuadras chiquitas.

En una posada de un mes de diciembre organizada por las chimiscoleras de mi mama y de su comadre Carmela a la hora de cantar la letanía, y pasear a los peregrinos, cada quien con su respectiva velita encendida.

Al pasar la procesión por debajo de la piñata que era una olla de barro forrada con chinos de papel de china y cucuruchos de cartón formando una estrella en tercera dimensión, forrado también con chinos de papel de china, y con barbas de papel de china en las puntas.

Resulta que se me ocurrió pasar disimuladamente y con la velita encenderle fuego a las barbas y estas a su vez, transmitieron el fuego a los cucuruchos, y estos la olla, y la olla al lazo y para no hacer el cuento mas largo se quemo toda la piñata, se callo al suelo rompiéndose y dándose por terminada la posada y como el único capaz de hacer tales chingaderas, era Chalo, pues enfrente de todo el mundo empezó la corrediza por parte de mi mama, misma que para variar termino con una santa madriza prenavideña.

Recuerdo dos Recuerdo que a espaldas de la calle de Real del Monte, donde vivíamos estaba la Avenida de los Insurgentes Norte y tenia una zona verde con árboles como de unos cuarenta metros de ancho del lado derecho de la avenida y ahí jugábamos con otros vecinos más o menos de mi misma edad y en esa ocasión fueron a jugar los hijos de la Sra. Carmela.

Nacho y Manolo que en ese tiempo tendría Nacho que es el mayor unos cinco años y Manolo unos cuatro años me los encargaron que los cuidara, y nos fuimos al parque a jugar pelota.

Previamente había llovido y los jardineros habían cortaron el pasto, mismo que metían en unos costales de rafia que luego recogía el camión de la basura, pero en esos momentos ahí estaban y se me ocurrió la brillante idea de hacer con los costales unas trincheras, y jugar a la guerra.

Nos dimos junto con los demás futbolistas a la tarea de empezar a amontonar los costales de pasto para hacer las trincheras, formamos dos equipos de guerra y nos pusimos a hacer bolas de lodo y empezó la guerra.

Termino la guerra, todos llenos de lodo pero sin mayores contratiempos, pero adivinen que sucedió.

Nadie se había dado cuenta, ni Nacho que era el herido, pero al llegar a entregarlos salio su hermana Lucy y le toco la parte trasera de la cabeza y grito Sangre.

Nacho se asusto y se desmayo, lo metimos cargando a su casa, y en esta ocasión, que yo no tuve culpa alguna, pues tanto Nacho, como Manolo estaban en la misma trinchera que yo, pues los estaba cuidando en medio de la guerra de bolas de lodo, y según mi mama, quien piensan que fue el culpable, y como mi mama primero madreaba y después viriguaba pues para variar Chalo se anoto una madriza mas en su curriculum.

Recuerdo tres En otra ocasión que fuimos a visitar al Sr. Nacho y su familia quienes le habían comprado a su tío Cuco, una casa que estaba a la vuelta, en la calle de Rio Blanco.

La casa tenía en el patio trasero un bañito, en el que únicamente había un wc, y tenía una losita de concreto que supongo yo que no estaba armada, la que estaba como a un metro del nivel de la azotea; En ese tiempo quien sabe quien seria el súper héroe de moda, total que asumí la personalidad del susodicho y brinque de la azotea a la losita con tan mala suerte que me la lleve de paso y esta a su vez el wc, quedando el bañito destruido.

Y yo todo lastimado resurgiendo de entre los escombros, pero eso no obsto para que Chalo obtuviera su ahora si, bien merecida madriza dominguera.

Recuerdo cuatro En otra ocasión que fuimos a visitar a la familia Vega, que por lo general era todos los domingos ya que el Sr. Nacho y la Sra. Carmela, mi papa y mi mama se hicieron compadres.

Tenían una pianola que le ponían unos rollos de metal que tenían muchos chipotitos, los insertaba uno en unas ranuras, se bajaba la tapa, le pedaleaba uno y tocaba piezas musicales, y como yo siempre me distinguí por investigar, cuanta cosa no entendía, y quería saber el porque de el misterio de que la pianola tocara.

En ese domingo, Ya iba yo preparado, pues recuerdo que llevaba desarmadores y pinzas, y en un descuido de toda la concurrencia, que me pongo a desentrañar el misterio, corrí con tan mala suerte que al armarla me sobraron muchas piezas y por consiguiente la pianola ya no toco, y esta vez fue una de las madrizas mas celebres que todavía recuerdo.

Estos fueron los relatos actuados de la Sra. Carmela y de su hija Clarita.

Mi memoria empieza a funcionar.

A su vez recordé situaciones que vivimos con la familia Vega Duarte, donde no todo fue destrucción de mi parte.

Los domingos el Sr. Nacho quien era un basto anfitrión, al igual que la Sra. Carmela compraban para almorzar y comer Quien sabe cuantos kilos de barbacoa y carnitas, tortillas, aguacates, cebollitas, nopalitos, papalo, salsas, y todo tipo de menjurjes que lleven la barbacoa y las carnitas.

Yo me hacia unos supertacos como de niño de hospicio, con su respectiva supercola, creo que así se llamaba el refresco, Ya que el Sr. Nacho trabajaba en la fabrica de refrescos Canadá Dry, y producían un refresco de cola.
Cada vez que como barbacoa, que cuando menos es una vez a la semana, los recuerdo con agradecimiento, pues calmaron mi hambre de niño. Después como a las ocho de la noche empezaba el programa televisivo de teatro fantástico con Enrique Alonso, Cachirulo, Adiós amigos se toman su chocolatote. En ese tiempo solo la gente con un nivel económico alto podía darse el lujo de tener televisión, y como nosotros no teníamos, nos quedábamos hasta esa hora para ver teatro fantástico.

El Sr. Nacho quien tenía que caminar unos doscientos metros de su casa a su trabajo, alentado por mi papa se compro un coche.
No recuerdo si mi papa le enseño a manejar o no, pero el caso es cuando ya sabia medio manejar, por decir algo iba a la tienda que estaba a dos cuadritas enfrente de donde nosotros vivíamos, subía a toda la pipiolera, y todos iban muy atentos al velocímetro, y cuando pasaba de cuarenta kilómetros por hora, todos empezaban a gritar; ya papa ya te pasaste, pues su limite eran cuarenta kilómetros por hora.

Mi memoria empezó a sacar a flote, mas y mas situaciones que mi subconsciente tenia bloqueadas.

El Sr. Nacho por hacerme el favor de ganar algo de dinero, me daba trabajo durante las vacaciones. Me iba diario tempranito quesque a trabajar; mi trabajo consistía en barrer y limpiar su oficina y hacerle mandados dentro de la fábrica.
Como prestación podía tomarme todos los refrescos que quisiera, y esa fue una de las razones por las que quebrara la Canadá Dry.

Otro recuerdo relacionado también con el Sr. Nacho fue que por ayudar a mi papa, que era su compadre me hacia el favor de regalarme zapatos para ir a la escuela, estos eran zapatos de tipo industrial que les daban a los obreros en la Canadá Dry.

Pero yo veía los zapatos horribles por toscos, pues eran zapatos de tipo industrial. En la escuela secundaria, todo mundo usaba zapatos de piel y yo llevaba mis monstruosos zapatos de tipo industrial.

En la secundaria llevaba como oficio; taller de hojalatería y estando ahí, que se me ocurre la brillante idea de darles mate a mis horribles zapatos, y ahí voy a agujerarles las suelas en la devastadora, y como buen escuincle inconciente y pendejo, se me ocurrió; si destruyo los zapatos feos, me van a comprar unos de piel.

Es uno tan inconciente y pendejo que nunca me acorde de mi infantil experiencia que viví, con mi mochila de lamina; Y que llego a la casa con sendos agujerotes en las suelas, y para no variarle mucho al procedimiento, que me toca mi respectiva madriza. Y al día siguiente ahí va Chalo a la secundaria con guaraches, para mi buena suerte una vez que les había puesto el zapatero sus medias suelas a mis monstruosos zapatos, volví a llevarlos a la secundaria, y jamás volví a atentar en contra de ellos.

Algo que de repente recordé fue que cuando vivíamos con mi abuelita Delfina en la calle de San Rafael doce, departamento ocho.
Yo tendría unos ocho años e íbamos a ver la televisión ( La pandilla, La hora del tío Gamboin y caricaturas del gato Félix ) con unos niños que vivían en el departamento cinco. Yo veía dentro de una vitrina un vitrolero de cristal con aceitunas según imaginaba mi hambriento cerebro, el vitrolero estaba lleno de bolitas verdes por las cuales yo moría.
Y un buen día en que todos salieron hasta la calle para despedir a su abuelita; que había ido de visita, ahí te voy corriendo a la vitrina, abrí el vitrolero metí la mano saque un puño de deliciosas aceitunas y que me las hecho a la boca.
Y oh sorpresa no eran aceitunas, eran chiles bola curtidos en vinagre, y ni para gritar o llorar, ni siquiera para tomar agua, pues me iba a delatar por el abuso que había cometido.
Pero pague caro el robo de las aceitunas del vitrolero de cristal, pues como durante tres días me ardió la cola cada vez que iba al baño.

Mi Ángel de la guarda.

Cuando tenía como doce años, mi papa, que había estudiado y vivido en Estados Unidos, y por lo tanto hablaba ingles perfectamente, empezó a trabajar de guía de turistas, previos estudios que hizo ya de grande.
En uno de sus primeros tours, su único pasajero fue una gringa, que llego a ser el ángel de la guarda de la familia, y muy particularmente mi ángel de la guarda. Era una gringa de diecinueve años, que había venido a estudiar sociología a México en los cursos de verano.

Ella como buena socióloga, quería conocer a la típica familia mexicana; Así que mi papa la invito a cenar a la casa en una ocasión, nos conoció y se encariño con nosotros, y más conmigo, que era su consentido.
La gringa se llamaba Bárbara Jane Adams, era hija única de un petrolero texano, así que si algo le sobraban eran los dólares.

Y así el niño Gonzaulito, pues no podía pronunciar Gonzalito, dio el brinco de la tierra al cielo, y empezó a ser uno de los consentidos de Dios.
A Bárbara le gusto tanto México, que se mudo a vivir a México, inmediatamente nos regalo la primera televisión que tuvimos, nos ajuareo de muchas cosas que carecíamos, nos compro ropa de la mejor.
En uno de sus múltiples viajes por la republica mexicana se enamoro de Acapulco.

Gonzaulito, se convierte en miembro del Jet Set Internacional.

Gonzaulito de un día a otro se convirtió en miembro del Jet Set Internacional, y empezó a recorrer mundo, pues había veces que a Gonzaulito se lo llevaba Bárbara a Acapulco, hasta dos fines de semana al mes, por supuesto que siempre en avión, y en primera clase.
Nos hospedábamos siempre en el Hotel del Monte, que era uno de los hoteles más exclusivos y bonitos que existían en el Acapulco viejo, porque entonces todavía no existía la zona dorada, que es el Acapulco actual.
Barbara daba instrucciones en el hotel, de que el escuincle baboso de Gonzaulito con tan solo el poder de su firma, pudiera ordenar lo que a su imaginación se le antojara, ya fuera, bebida o alimento.
Y Gonzaulito se pasaba todo el santo día metido en el agua, en la alberca del hotel, y en su mesa a la orilla de la alberca, tenía su refresco o limonada con gas, así como todo tipo de botanas o sándwiches.

Por las noches Barbara salía al reventón con sus amigas y amigos gringos, y Gonzaulito, como todo un magnate pedía que le pusieran el televisor en la terraza, que le llevaran la cena a la habitación, y como Julio Cesar se recostaba en un camastro y se ponía a cenar, viendo la televisión, hasta que en la madrugada llegaba Barbara, lo cargaba a su cama, y le daba su besito de las buenas noches.
Por la mañana, cuando apenas estaba saliendo el sol, Gonzaulito ya estaba en el agua, nadando en la alberca del hotel, a media mañana bajaba Barbara a la alberca, con la resaca de la parranda de la noche anterior, se desayunaba con Gonzaulito, se acostaba en un camastro para asolearse, y se quedaba dormida.
Por la tarde, subíamos a la habitación a bañarnos y a ponernos bonitos, nos subíamos a uno de los taxis de sitio, que siempre había afuera del hotel, y nos íbamos a comer a los mejores restaurantes que existían, después nos íbamos de shoping, y me compraba lo que yo quisiera, para rematar el día, todos los días me llevaba al anochecer a una fuente de sodas que todavía existe y que se llama La Vaca Negra, para que Gounzalito se tomara una súper especial suculenta malteada de chocolate.
Esta odiosa rutina se repetía un día si, y al siguiente también, así fue como a Gonzaulito lo convirtió en miembro del Jet Set Internacional su Ángel de la Guarda.

Cuando Barbara se encontraba en México, recuerdo que ella iba mucho a cenar al Sanborns del Ángel, y siempre pasaba por Gonzaulito, y una vez en el Sanborns cenábamos con otros gringos y gringas jóvenes y mientras ellos hacían sobremesa, me mandaba a la zona de juguetería a escoger todos los juguetes que yo quisiera; quiero aclarar que yo no se los pedía, sino que ella me obligaba a salir siempre de Sanborns como Santa Claus, con un montón de bolsas y cajas, y se carcajeaba de que yo apenas y podía cargar todo el mugrero que traía.

Y como dice el dicho : A quien le dan pan, que llore; y mas a un hambriento de todo, como lo era yo.

A mi me gustaban mucho los modelos Lodela de armar, y regresaba con portaviones, barcos, aviones. pegamento, pinturas, pinceles, etc.
A Bárbara, no le gustaba traer morralla en las bolsas del pantalón, pues siempre andaba vestida con jeans y botas.
Se la daba Gonzaulito, y Gonzaulito feliz, pues apenas podía sostenerse los pantalones con el peso de la morralla.
Después llegaban las largas ausencias, pues según decía a su papa le quedaba poco de vida, y el quería que ella se involucrara con el negocio, para que se hiciera cargo del mismo, y para presionarla a volver dejaba de mandarle dólares, y ella regresaba con su papa, pues era huérfana de madre.
Gonzaulito, volvía a las penurias económicas, ella me enseño lo bonito que es derrochar, me decía Gonzaulito dinero ser para gastar, no para guardar.
Al año volvía a aparecer Barbara, nuevamente con carretilladas de dólares, y de nueva cuenta Gonzaulito volvía a incorporarse como miembro del Jet Set Internacional, y otra vez a derrochar.

Ella les pedía a mi papa y a mi mama que me dejaran ir con ella a estudiar a Estados Unidos, les decía que me iba a inscribir en el mejor collage; pero mi mama nunca quiso, porque a la mejor nunca volvía a ver a Gonzaulito.

Al volver Bárbara, de una de sus largas ausencias, su papa había muerto, ella había vendido el negocio; y se vino a radicar a Acapulco, compro una casa con alberca; y Gonzaulito que ya por esas fechas tendría unos quince ò dieciséis años, se convirtió en su amigo y confidente.
A Barbara le entro una fuerte depresión destructiva, que Gonzaulito no entendía, y se dio a la coca y a la borrachera.
Y Gonzaulito, así como de chico Barbara lo cuidaba a el, En ese momento se invirtieron los papeles, Y ahora el se convirtió en su nana que la acompañaba para cuidarla, y que ya cuando estaba inconsciente la cargaba hasta su cama, y la acostaba.

Desgraciadamente Barbara, cada día se sumió más en esos vicios, y empezó a tener delirium tremens, Empezó a alucinar, desconfiaba hasta de mi, y al final el amor que me tenía se convirtió en odio; Pues Yo le tiraba su wisky y su coca al excusado; Yo era el único que la metía al orden a la fuerza, y cuando estaba sobria platicaba con ella y me prometía que ya no lo iba a hacer, pero al rato le entraba la desesperación y la angustia se me ponía al brinco, y volvía a lo mismo.

Yo no tenia la madurez para poderla ayudar, la relación ya era desgastante; Hasta que un buen día ya nunca más nos volvimos a ver.
Después de muchos años me entere que ya vivía en México, ahora se dedicaba a la charreria, era socia de la Asociación de Charros de la Villa.
Me dio mucho gusto nuevamente saber de ella, y aclaro que no era por interés, pues tal vez de niño lo hubo; Yo realmente llegue a quererla como a una hermana mayor, además que ya para esas fechas, con mucho trabajo y esfuerzo, Yo ya había superado la miseria.

Llegue a saludarla una vez de que hubo terminado la charreada, mi cariño hacia ella era el mismo, de la última vez que la había visto, aumentado por todos los años transcurridos sin volver a verla, aproximadamente entre ocho y diez años.

Al pretender darle su beso en la mejilla como siempre lo hice, me retiro la mejilla e interpuso sus brazos para evitar que la abrazara, me dirigió una mirada gélida, y sin ninguna emoción en su voz me saludo.
Me sentí un gusano, y nunca más volví a buscar al primer Ángel de la Guarda, que Dios me envió.

Conociendo la Libertad.

Otro de los recuerdos, entrelazados que abre de narrar, a lo largo de mis memorias, y que marcaron mi vida, fue el gusto que siempre he sentido por la libertad y por los espacios abiertos. Mismos que empezaron a manifestarse, aproximadamente a la edad de los doce años.
Recuerdo que primero le pedía permiso a mi mama, para que me permitiera ir a acampar, la condición para que se diera este permiso era muy difícil : estudiar, portarse bien, ayudar en la casa, y juntar el dinero para financiar la expedición.
Los gastos consistían en la compra de un kilo de huevos, unas salchichas, o un pedazo de longaniza, unas teleras y unos jugos enlatados.

El siguiente paso era platicar y convencer a otros chavos para que fueran miembros de la expedición, a los que les hacia imaginar, la gran aventura que íbamos a tener.
Estos a su vez tenían que convencer a sus respectivas madres, para que les dieran permiso y además conseguir el financiamiento.

Una vez cumplido todo este protocolo; se fijaba la fecha de la partida de la expedición, y a esperar con ansia que todos nos portáramos bien, para no tener ningún contratiempo, y poder partir.

Ahora que lo recuerdo me imagino que debe de ser mas fácil, coordinar una expedición al Everest, con puros alpinistas de talla internacional; Que coordinar una expedición de escuincles pendejos al parque del tepeyac.

En un principio casi todas las expediciones eran al parque del tepeyac, que distaba de donde vivíamos unos diez kilómetros.

Salíamos el sábado de madrugada, pues era parte del ritual, salir a las cuatro de la mañana, con un frió de la rechingada, todos mal abrigados y muriéndonos de frió y regresábamos el domingo por la tarde todos cansados y muertos de hambre; pero felices de haber alcanzado la cumbre del Quilimanjaro. Ahora a la distancia me pregunto si no habré sido masoquista, y nunca me di cuenta. Carajo, porque ese afán de sufrir.

Narrare para que su imaginación no divague mucho, como era un campamento.
Escogíamos un sitio donde hubiera dos árboles con una distancia de unos tres metros uno del otro, a continuación se amarraba un mecate de ixtle a un metro de altura aproximadamente, se pasaba una cobija por encima del mismo, se tensaba la cobija, para simular el espacio de la tienda de campaña, y se ponían unas piedrotas encima, para mantener la forma.

Acto seguido, todos nos avocábamos a buscar ramas para hacer la fogata, una vez que teníamos un buen tanto, se procedía a prenderla, cosa que muy rara vez era posible, pues estaba toda la leña húmeda.

Y como el hambre es cabrona, y más cabron el que la resiste. Pues casi siempre terminábamos haciéndole un hoyito a los huevos y comiéndonos los huevos crudos, combinando con las salchichas crudas y a mordidas.

Una vez alimentados nos íbamos caminando hasta unos peñascos que había en la parte mas alta, adonde nos poníamos a brincar de uno a otro, aclaro que si te fallaba el brinco, cuando menos una pata te quebrabas.

Y como todos los buenos escuincles inconscientes y pendejos, nos poníamos a hacer lo primero que te recomendaba tu mama al salir, que no enfrentaras peligros, que te cuidaras.

Como mis amigos eran también miembros del proletariado, pues íbamos sin ningún tipo de equipo, pues para variar no había los recursos para tenerlos, y únicamente existían las ganas de ir a la aventura, a enfrentar a lo desconocido y estar en comunión con la naturaleza.

Empezare por describir el equipo : como mochila una bolsa de nylon de mandado, amarrada con unos lazos, para por ahí pasar los brazos y hacerse las ilusiones de que cargaba una mochila de alpinismo marca Gourriet.

Al sleeping bag ò bolsa de dormir, marca Gourriet lo remplazaba una cobija made in Chiconcuac.

Como tienda de campaña tipo alpino para seis personas, marca Gourriet, lo remplazaba otra cobija.
El complemento del equipo era una bola de mecate de ixtle y un cuchillo de cocina.
Los campamentos, fueron cada vez mas frecuentes, y los destinos fueron cada vez más distantes.

Este gusto por la libertad, que empezó como un juego de niño; Esta afición por el campismo, este disfrute del masoquismo, y de la mala vida.
Esta experiencia fortuita, marco mi vida para siempre, y para bien, mas adelante relatare con toda amplitud mis vivencias, sus interrelaciones y consecuencias.

Líder por accidente.

Otro de los recuerdos que se me viene a la mente, y digno de narrar, es el siguiente; En la escuela secundaria teníamos pupitres con paleta, y mi pupitre tenía una paleta grande para dibujar. Los pupitres estaban atornillados al piso.

Una mañana que llegue a clases, resulta que el más gandalla del grupo, que era un chavo más grande de edad que todos, pero no de tamaño.

Recuerdo que dicho sujeto era chaparrillo, me encontré con que ya había desatornillado mi pupitre y había atornillado el suyo en mi lugar, y este era de paleta chica.
Y ahí te voy a reclamarle con toda sutileza para que me regresara mi pupitre, y que me dice pues ahora es mío, que vuelvo a protestar, y que se me deja ir a los trancazos, yo lo único que hice fue enconcharme, pues yo siempre e sido pacifista, por no decir sacón para los trancazos.

No se que paso, porque yo estaba enconchado con los ojos cerrados, recuerdo que mi espalda se oía como tambor, de los trancazos que me estaba dando, el caso fue que iba a perder el equilibrio, estire un brazo con el puño cerrado para detenerme de la pared, cuando oí la ovación de todo el grupo, porque como a todo el mundo molestaba, nadie lo quería.

El susodicho sujeto estaba en el suelo conmocionado, y ahí te voy yo a la dirección y el otro en ambulancia a la cruz roja. A mi me suspendieron por una semana, y el día que se termino el castigo y regrese a la escuela, llevaba chorrillo nada mas de pensar como me iba a ir a la hora de la salida. Pero para mi sorpresa ya había regresado mi pupitre a mi lugar, y me recibió muy amable; y apartir de ese momento yo fui el líder del grupo.

Ahorrar da satisfacciones.

Otro de mis recuerdos de la secundaria, es que diario me daban un peso para los camiones de ida y vuelta, los que costaban en ese entonces treinta y cinco centavos.
Así que si hacemos cuentas me deberían sobrar diario treinta centavos para gastar. Que si me daban a escoger entre lo que me sobraba de dinero diariamente o una mentada de madre, hubiera escogido la segunda.

Entonces para poder ahorrar sesenta y cinco centavos diarios, a la hora de regresar, me ponía a pedir aventón en Insurgentes, al principio se me caía la cara de vergüenza.
Pero como la necesidad obliga, me hice todo un experto en contar historias a las personas que iban en sus coches, de cómo los más grandes de la escuela me habían quitado el dinero, quiero dejar claro y que conste que yo siempre fui un animalote.
Nada mas ponía cara de victima, y al escuincle baboso de trece o catorce años victima del vandalismo de la escuela le decían súbete.

Para el sábado ya había juntado tres pesos con noventa centavos, y saliendo de clases el día sábado me iba a comer una rica orden de flautas, que costaba tres pesos, más treinta y cinco centavos del refresco.

O con el ahorro de dos semanas un suculento cóctel de camarones que costaba cinco pesos, mas treinta y cinco centavos del refresco.

Si muchas de mis narraciones se encuentran relacionadas en torno a la comida, y que a la fecha es una de las cosas que mas disfruto, no es por tragón, ya que a la fecha nunca he comido mucho.

Simplemente es por haber carecido de esto en mi niñez y en mi juventud.
Y como lo que mas disfruta uno en la vida es de lo que careció, pues estas son las consecuencias.
Y así entre chingadera y chingadera crecí con el trauma que se forma en la personalidad cuando se carece de todo y se es una persona introvertida.
Así fue que paso entre madriza y madriza y sin pena ni gloria mí paso por la secundaria.

Guasave, Sinaloa a 10 de Diciembre de 2004.

Ahora que nuevamente soy feliz, que a mi vida a retornado la tranquilidad, y me encuentro en paz conmigo mismo, y con los seres a quien quiero, continuare escribiendo mi paso por este mundo; no lo había hecho porque quería ser objetivo, quiero reflejar el optimismo que siempre fue el timón de mi vida, Y ahora que he superado la amargura que me embargo la vida, durante los últimos años, y puedo volver a ser imparcial en el juicio de mis recuerdos, continuare escribiendo mis memorias.

Lucha por la supervivencia.

Al llegar a los quince años entre a estudiar a la Escuela Nacional Preparatoria Nº 1 Justo Sierra, ubicada en el centro de la ciudad de México, en la calle del mismo nombre
En el lapso de tiempo que transcurrió entre mis quince y mis diecinueve años sucedió lo que a continuación describiré. Mi vida ya era un poco mas complicada, ya que para estos tiempos era estudiante, deportista, marino, amante y un sin fin mas de cosas; por lo que tratare de hilar todos los eventos acaecidos.

Empezare por decir que como toda persona joven era un reverendo pendejo descubriendo el mundo.

Pues resulta que llegue a la escuela y como nunca había fomentado el habito de la lectura, nunca me preocupe por leer los comunicados que estaban pegados en la zona de información para el alumnado.

Empezaron las clases y me hice amigo de dos compañeros, uno era un niño bien que se llamaba Luis Felipe Vanhousen y como media como dos metros de altura le pusimos Herman, por la serie de los monster.

El tenía un auto marca Opel, vivía en la colonia Lindavista que era una de las colonias más lujosas del norte de la ciudad, y como yo vivía en el Inter. entre su casa y la escuela, ya no tuve que preocuparme por el transporte.

Pues diario lo esperaba en Av. de los Insurgentes, y al regreso me dejaba en el mismo lugar.
El otro era un gandalla que se llamaba José Luis Ojeda, alias el birolo, ya que usaba lentes de fondo de botella, el vivía en una vecindad de la colonia Rio Blanco, en una zona populosa del oriente de la ciudad.

Y yo que me sentía descendiente de reyes y de sangre azul, me pusieron por mote el babas.
Y así entre la amistad que nos unió a los tres, vivimos el primer año de la preparatoria.

Un buen día, después de haber transcurrido un mes de clases, llega algún compañero y me pregunta, y tú en que deporte te inscribiste para cubrir la materia de deportes.

Y yo a chinga, pues que llevamos deportes, en la madre, en ese momento me entere.
Para esas fechas ya todos los grupos estaban cerrados, pero para mi fortuna, mi cuate el birolo era el capitán de uno de los equipos de fut bol, y me hizo el favor de inscribirme de forma extemporánea, en su equipo de fut bol, deporte que nunca me ha gustado por considerarlo para la naquiza.

Y ahí te voy a debutar, en mi primer juego de fut bol, y hago la aclaración de que ese día nada mas fuimos a jugar a la ciudad universitaria once chavos, ni uno más; empecé el partido, jugando de medio volante, y no di el ancho, al rato me pusieron de defensa y tampoco, luego pase a ser delantero y tampoco di el ancho, total que termine el partido de portero.

Terminamos el partido doce a uno, a favor del contrincante, recuerdo que al final cuando estaba, Yo de portero, nada mas se acercaban con el balón a la portería y me empezaba a carcajear, pues de antemano sabia, que iba a ser otro gol, a mi me hacia gracia ver como se enojaban todos mis compañeros de equipo, ver como tomaban muy en serio el marcador, lo que para ellos era un sufrimiento, para mi era un disfrute, pues al fin a mi la goliza me valía madres.

Pero al terminar el partido, Oh sorpresa, entre todos los miembros del equipo me dieron una santa y bien merecida madriza.

Y mi cuate, el birolo, bien encabronado en su papel de capitán del equipo, me dijo, que contara con todas las asistencias, para que pasara la materia, pero que no quería que volviera a ir, ni siquiera a verlos jugar. Yo quede todo madreado; pero feliz por la buena noticia.

En la materia de actividades artísticas me paso lo mismo; Que que, que hay que inscribirse en que; Y ya para esas alturas, en el único grupo que había lugar, era en Ballet clásico, en este grupo estaban inscritas puras mujeres y uno que otro marisco, y ahí te voy a levantar la pata en la barra, a hacer giros, etc.

Pueden imaginarse a un oso bailando El lago de los cisnes; pues ese era yo, la única experiencia buena en esta materia, es que empecé a alternar con las muchachas, y me empezaron a gustar.

Como en la preparatoria ya no existe ningún control sobre los estudiantes, pues me dedique de tiempo completo a recorrer mundo junto con Herman y el Birolo, a babosear por todas las calles del centro de la ciudad, y como era un inconsciente que no tenía el hábito de estudiar, sucedió lo que tenia que suceder.

Cuando termino el ciclo escolar, Oh sorpresa, únicamente había pasado dibujo, por merito propio y deportes, gracias al buen birolo.

Y que creen, adivinaron, me hice acreedor a una santa madriza y fui enclaustrado, sin derecho a ver la calle y con chamba hasta que iniciara el siguiente ciclo escolar de ejecutivo domestico.

En el siguiente ciclo escolar abrieron la Preparatoria Nº 9. Que quedaba a dos cuadras de donde vivíamos, y para echarla a andar, mandaron de todas las preparatorias de la ciudad a toda la escoria escolar que vivía por la zona norte. Y ahí vamos los tres alegres compadres, a repetir el primer año de preparatoria.
Debo de hacer la aclaración, que cuando curse el primer año; la preparatoria era de dos años, pero al inicio del siguiente ciclo, la subieron a tres años, por lo que me resulto haber hecho la preparatoria en cuatro años.

El primer día de clase llegue tempranito para copiar horarios e inscribirse en las materias de deportes y actividades artísticas, pues ya no estaba tan pendejo, ya había aprendido.

Recuerdo, que estaba esperando que abrieran la reja, para entrar, cuando de repente que se hace una bolita, que empiezan los gritos y los trancazos y al correr todos los involucrados, estaba un chavo que traía un suéter blanco, tirado en el pasto; con un piquete en el estomago y todo el suéter lleno de sangre, en la madre el ver a un herido, solo lo había visto en la televisión, yo jamás había vivido una experiencia de ese tipo.

Como yo estaba sentenciado por mi mama y su cable de luz; en este ciclo escolar si me esforcé por estudiar (aclaro que nunca fui un buen estudiante) y como todos los que conformábamos mi grupo, éramos puro desecho escolar, pues empecé a destacar por aplicado.

A la hora de los exámenes, yo era de los pocos que sabían, y todos los porros y maleantes que tenia por compañeros, me pedían a grito pelado que les pasara el examen, y como los maestros les tenían miedo a los alumnos, pues sabían que clase de alimañas eran y como se las gastaban, se hacían los desentendidos y dejaban copiar a diestra y siniestra.

Toda mi sabiduría expresada en mi examen, circulaba con toda libertad por todo el salón; eso me hizo ser bien recibido y ser un consentido del hampa.

Tan fue a si, que un buen día en un descanso entre clase y clase estaba yo sentado en un terraplén con pasto, con los fresas de mis amigos Herman y Birolo; y que llegan como unos seis porros de otro grupo y que nos dicen paréense para pasarlos a la bascula.
Yo les dije no traemos dinero y que nos paran a los tres a punta de patadas, el único que traía dinero era Herman y que se lo quitaron y al Birolo y a mi, nos dieron mas patadas por pobres, y así lo dijeron. Madréense a este par de bueyes, por pinches pobres, y sopas que nos toca una patiza.

En el grupo en que yo iba, estaba el porro más hijo de la chingada y más famoso de todo México.

Y ahí te voy, de chismoso con el Superman, todo lleno de tierra de la patiza que nos dieron, y le conté lo sucedido, y aunque ustedes, no lo crean a la mañana siguiente, estando sentados en el mismo sitio; llegaron los porros que nos habían madreado la mañana anterior, todos llenos de moretones y con el hocico partido a pedirnos disculpas y a devolverle a Herman el dinero que le habían quitado.

Con esta vivencia le tome gusto al estudio, pues para los tres representaba inmunidad, en ese mundo de barbarie.

Pero retomando el inicio de esta narración, que era la selección de actividades artísticas y deportes. La preparatoria Nº 9 inaugurada con una generación formada por toda la escoria estudiantil que vivía en la zona norte, con la que abrió sus puertas, era la escuela más moderna que existía, tanto así que tenía alberca y teatro.
Y ahora si con la sapiencia que da la experiencia, corrí a apuntarme en la materia de deportes, en natación y al agua patos.

Si por algo e tenido gusto en la vida, es por el agua, amen que sabía nadar desde chico, pues Bárbara se encargo de enseñarme, y de perfeccionar mi nado de Crooll, de Pecho, de Mariposa y de Dorso; pues durante muchos años fui su infante favorito.
Teníamos clase de media hora de natación a la semana, porque casi toda la escuela había tomado como deportes natación. Pero como a mi me vieron posibilidades, pase a formar parte de los seleccionados de la prepa; y así tenias que nadar un mínimo de quinientos metros diarios.

Y cada día al terminar las clases, primero a hacer calistenia para calentar y evitar los calambres y luego diez vueltas a la alberca, que era olímpica; para completar la tarea de nadar diario un mínimo de quinientos metros. Con el tiempo llegue a ser campeón universitario ínter preparatorias en nado de Crooll.

Más popular que la Adelita.

Y no es que les presuma pero en la prepa mis bonos empezaron a subir como la espuma y llegue a ser más popular que la Adelita.

Con respecto a actividades artísticas, me inscribí en danza regional, pues para entonces ya me gustaban las mujeres. La materia de danza regional, mis compañeros, los porros decían, que esa era una materia nada más para las viejas y los putos, y quede bendito entre las mujeres.

Además, se tomaba la clase de danza regional en el teatro y como este estaba alfombrado y las butacas estaban forradas de tela, para evitar el vandalismo, el acceso estaba controlado, y nada mas dejaban entrar con gafete; Al terminar nuestra clase, empezaba la clase de música y todos los que se apuntaron en esta materia, no iban a aprender, sino que eran músicos en ciernes e hicieron su grupo de rock e interpretaban música de los Beatles, Rolling Stones, Kings, Birds, Yarbirds etc.

Llevaron sus instrumentos; guitarras eléctricas y batería y era un lujo oírlos tocar, y como Yo, ya era toda una celebridad en la prepa, me hice cuate de ellos y Rodolfo Rey Villa, que era el requinto, el líder de la banda, quien era sobrino de Lucha Villa la artista, era un chavo carita y además rico, me empezó a enseñar a tocar la guitarra acústica, y con eso mis bonos empezaron a subir, hasta que se fueron a las nubes.

Como en medio año ya rasgaba bien la guitarra, pues en la casa me pasaba horas y horas tocando, y diario me llevaba la guitarra a la escuela, y en los descansos pues a tocar y luego luego llegaban como abejas al panal, todas las muchachas y uno que otro chavo y todos cantando a los Beatles, Rolling Stones, Kings, Birds, Yarbirds etc.
Esa era una experiencia fabulosa, pues te vuelves el centro de atención de todos, y poco a poco de una forma inconsciente, empieza a gustarte y a marcarte en tu vida, y sin saberlo te vas convirtiendo en líder.

Esto es algo que te marca y que se anhela, me sirvió para no dejar que me bajaran del tren del triunfo, en este aspecto nimio, lo aprendí de una forma inconsciente y más tarde lo aplique en la vida profesional.

Las salvajes del norte.

Había un grupo de muchachas norteñas, peladotas, y entre ellas había una que me gustaba, así como Yo a ella, se llamaba Mara Maru, era una morena caballona de mi tamaño, pero yo todavía les tenia miedo a las mujeres, y mas a esas que eran unas reverendas cabronas.

Recuerdo que llegaba con sus amigas, cuando esta rasgando la guitarra y me decía, que no sabes tocar música para hombres y no esas chingaderas.

Y para complacerla, pues ya para entonces me era fácil tocar cualquier círculo, les tocaba música de José Alfredo, Boleros, etc. Y se ponían a aullar como locas.

En una ocasión, cuando estaba tocando con otro grupo y cantando, llega una emisaria de Mara, y me suelta delante de todos y a grito pelado; que dice la Mara, que si no la invitas al cine eres un puto, y nunca me atreví ha invitarla, fue mi primer amor platónico.

Y como buena norteña salvaje y sin inhibiciones, cada vez que nos cruzábamos en los pasillos de la prepa, me saludaba con un, hola puto, adiós puto.

Marchelo y su pandilla.

Al terminar el primer año de prepa estaba totalmente ambientado, nadaba como pez en el agua, amen de que pase todas las materias.

Al dar inicio el nuevo curso, Y encontrarme cursando ya el segundo año de prepa; entraron nuevos alumnos que voluntariamente habían solicitado su inscripción en la Prepa 9.
Así como se inscribían en, primero, segundo o tercero; pues en este ciclo se impuso para la preparatoria, el pasar la duración del bachillerato, de dos a tres años.

En el grupo que me toco, entraron un montón de chavos y chavas nuevos, entre todos ellos, entro un chavo, más grande de edad que el promedio de todos los que estábamos, que tenia cierta fascinación como persona, y lo digo en el estricto sentido de su personalidad magnética.

De ninguna manera quiero que se malinterprete que me hacia agua la canoa, pues si hay algo bello y hermoso en este mundo es la mujer.

Se llamaba Marchelo Bellini, era hijo de Italianos; Era un estuche de monerías; tocaba la guitarra a la perfección, cantaba bien, era bien parecido, daba serenatas, tenia un verbo con que engatusaba a cualquiera, era todo un bohemio, además tenia una amante, Y al igual que yo; No traía un centavo en la bolsa, pero eso lo suplía con su ingenio, para timar a medio mundo.

Y como un enjambre; Marchelo, otros seis chavos, y yo nos convertimos en inseparables, e de aclarar que edad y de mañas yo era el menor y el mas pendejo, aunque de estatura yo era el mas alto.

Los nombres de los otros seis chavos ya no los recuerdo; pero describiré algunos de mis recuerdos de estos tiempos.

En alguna ocasión entre clase y clase, estando todos sentados o parados en una jardinera, tocando la guitarra, porque ya para entonces Marchelo requinteaba y yo lo acompañaba.

Dice Marchelo vamos a ponernos a tono, pues estamos muy desafinados, y acto seguido saca su guato de mota, lo prende y empieza a circularlo, y todos, hasta los que no fumaban le entraron; y al llegar a mi dije, gracias, yo no le hago a eso.
Pero sucedió lo clásico, lo que lleva a muchos chavos inmaduros y pendejos a las garras del vicio; Todos empezaron a chingar, con que si no le entras eres un puto, etc.
Y como ya para entonces habían prendido más guatos, pues hay va el pendejo de Gonzalo, a darse el primer y último toque de su vida.
Y gracias a Dios por tener plena conciencia, de que eso era malo, inmediatamente con ellos como testigos; me empezó un dolor de estomago, los vomite, acto seguido me dio chorrillo, y me cague en los pantalones.

A partir del asqueroso y apestoso espectáculo que les di, cuando ellos se las tronaban, nunca más volvieron a insistirme; Tenía la satisfacción de ser el único miembro del club de los marihuanos, que era abstemio.

Feliz cumpleaños, Gonzalo.

Otro recuerdo con este club, digno de tener una marca en Rypley, fue que un día que fue mi cumpleaños lo supieron y me invitaron a comer y al cine.

Llegamos al Sanborns de la alameda central ( Este se encontraba en la parte baja del Hotel del Prado, destruido en el sismo del 19 de Septiembre de 1985. ), nos pasaron a una mesa grande, pues deben de recordar que éramos ocho los miembros del club, yo para variar no llevaba ni un quinto; Me dijeron pide lo que quieras, y todos pedimos como magnates, y al empezar a comerme la sopa se me ocurre preguntar que cuanto dinero traían, y se empiezan a carcajear todos.

Acto seguido, me dicen, tú como eres el más pendejo y el festejado, cuando termines de comer te sales y nos esperas en tal esquina, distante unas cinco cuadras del cine Teresa, en el que pasaba puras películas para adultos.
En ese momento me entero que nadie traía dinero, más que para el camión de regreso.
Y por andar de preguntón, ya ni la comida disfrute, ya me imaginaba metido en la cárcel.

Al cabo de un rato y todos sudorosos, yo por el susto, y los otros por las corretizas que les pusieron; Nos encontramos en la mencionada esquina.
Una vez serenos y sin sudor; Marchelo nos dice el plan es este, voy a la taquilla a platicar con la señorita que vende los boletos, para que el que esta en la entrada crea que compre los boletos, luego nos dirigimos en grupo todos a la entrada, entran delante de mi y pasando ustedes la línea, todos corremos para adentro, y nos sentamos todos separados donde caiga, a la salida nos vemos en la alameda central, en el paradero de camiones.
Uno de los puntos finos del plan es que había que llegar unos minutos después de que hubiesen apagado la luz, y de que hubiera iniciado la película, para que la oscuridad fuera nuestro cómplice.

Otra más de Marchelo.

En algunas ocasiones a uno de ellos, le prestaba el carro su mama, llegábamos a la gasolinera, se bajaba el Marchelo y nos decía déjenme trabajar cabrones, nada mas pongan cara de pendejos; Y a todo el que llegaba a cargar gasolina, quien sabe que tanto les decía, que todos le daban dinero, y en cosa de media hora se volvía a subir al carro y nos decía destino los tacos, o las tortas; Y a desayunar se ha dicho.
Marchelo ahora que con el tiempo recordé esto, se me imagina un personaje como Don gato y su pandilla, es el cerebro de la organización, el que planea todas las chingaderas que va a hacer la pandilla, el que todo lo consigue con su labia, cínico, descarado, simpático.
Recuerdo que cuando llegaba la temporada de exámenes, nos juntábamos a estudiar en casa de uno de ellos, que tenia su recamara con su baño en la azotea de su casa, y siempre nos reuníamos, quezque para estudiar toda la noche, y llegar con toda la sapiencia fresca al examen, pues al otro día su mama le prestaba el carro y nos íbamos directo a hacer el examen.

El Marchelo llevaba su pijama de franela, con dibujo de ositos y después de que nos subían de cenar y veíamos la televisión un buen rato, el anfitrión bajaba a cerciorarse de que sus papas ya estaban bien dormidos y ya no iban a subir.
Acto seguido Marchelo se ponía su pijama y nos decía, ahora si cabrones llego la hora de la inspiración divina.

Cerraban las ventanas y la puerta y todos con excepción mía, a darle al guato, era una pinché pestilencia, que como no se podía ventilar duraba horas, y mientras Yo, afuera sentado viendo las estrellas, y muriéndome de frió.

Cuando entraba, todos estaban roncando placidamente, Marchelo invariablemente acostado en la cama y los demás en el suelo, y como dentro de la recamara había un escritorio con una lámpara, y en un rincón una cafetera, pues entre café y café, me ponía a estudiar todo el tiempo que restaba hasta que nos íbamos a la prepa.
A la hora del examen, a pasarle a todo el club el examen, para que no tronaran como ejotes. Este ritual se repetía noche tras noche, durante todos los días que duraban los exámenes semestrales y anuales.
Al terminar el segundo año escolar, pase todas las materias, había seguido con éxito en el equipo de natación, tocaba mejor la guitarra, pertenecía al club de los marihuanos, sin serlo; la única diferencia era que cuando me encontraba a Mara en los pasillos, ò llegaba a cantar con sus amigas, ahora el saludo era Hola pinché grifo puto, adiós pinché grifo puto.

Durante este año, nunca perdí el contacto y la amistad de mis dos amigos de la prepa 1. El Birolo seguía con su prioridad que era el fut boll, y Herman que era un chavo bien, no se quería involucrar con el club de los marihuanos.

Servicio militar 1968.

Al dar comienzo el tercer año de preparatoria, se desintegro el club de los marihuanos, pues a todos nos pusieron en diferentes grupos, me volvió a tocar como compañero a Herman, y reanudamos nuestra amistad, por esas fechas teníamos que hacer el servicio militar; Era el año de 1968.

Un día llega Herman y me dice, ya me inscribí en el Comando Anfibio de la Marina, esta muy bien, te regalan un uniforme faena, uno de gala, tus zapatos del uniforme, un maquinoff y el birrete. Me invito a su casa, para ver la indumentaria, misma que estaba de lujo, y ahí te voy también a inscribirme al Comando Anfibio.

Al principio teníamos que asistir nada mas los domingos a las siete de la mañana a marchar como todo mundo lo hacia; Llegaba uno sintiéndose almirante con el uniforme de faena, que era de mezclilla.
Como a la tercera semana, nos citaron también los días sábados para empezarnos a darnos clases de defensa personal, la cita era a las siete de la mañana, en los entonces estudios Churubusco, ya para entonces abandonados.
Los oficiales que nos daban la instrucción, eran marinos de carrera, esto quiere decir que eran marinos de verdad y estaban acostumbrados a la rudeza y que al dar una orden, esta fuera inmediatamente obedecida.
Como el Comando Anfibio tenia fama de rudo y cabron, cosa que para variar, Yo ignoraba, éramos escasamente un pelotón, o sea treinta y tres pelados, de los cuales unos doce éramos estudiantes.
Era claro que todos los integrantes eran puros cabrones que les gustaban los chingadazos, pues con plena conciencia, nadie hubiera entrado a dicho Comando. Aquí conocí a otro chavo, que también iba en la misma prepa, y en el mismo grupo, pero que yo no sabía ni que existía.

Su nombre Eduardo Huerga Ornelas, mi socio, el apodo con que lo bautice fue Pacha, por ser tan pasguato; Fue uno de los amigos entrañables, que he tenido durante mi vida, nuestra amistad duro aproximadamente diez años, como mas adelante narrare pasajes que describan con toda amplitud esta relación.
Pues resulta que el, como yo, era pacifista, y tampoco le gustaban los madrazos. Nos formaban de dos en fondo, y con el que quedara a tu lado, con ese ibas a practicar las caídas, las llaves, y al final de la instrucción, con el te ibas a poner una reverenda madriza, donde aplicaras todo lo aprendido.
Así en el momento de formarse, siempre quedábamos uno al lado del otro, para ayudarnos en las caídas, y poder caer al pavimento con mayor suavidad, los golpes nada más los marcábamos, pero no nos los dábamos.
Pues nos daban la instrucción en una explanada que existía, con pavimento de concreto.
Cuando la instrucción era con el rifle máuser, nunca nos dábamos los culatazos, como se supone que debían ser, cuando era con bayoneta, aunque esta se encontraba en su funda metálica, nunca nos lastimábamos cuando se suponía que la encajabas en el enemigo.

Entre los oficiales había un teniente, que desde un principio se dio entre el y Yo una antipatía mutua; y yo que era bueno para poner apodos le puse Coco ganso, porque tenia los hombros muy escurridos y parecía el ganso de las caricaturas.
Entre toda la tropa, había como en todos lados, los arrastrados que querían congratularse con los oficiales, y así fue que supo cual era su apodo, y quien lo había bautizado.
Para ese entonces, hasta sus superiores, le decían mi teniente Coco ganso, y como venganza se la vivía haciéndome la vida de cuadritos, nada mas buscando que chingadera hacia yo mal para arrestarme. Y desde estas fechas, hasta el término del servicio militar, sin faltar un solo domingo, quedaba arrestado, hasta el cambio de turno, que me dejaba salir por ahí de las ocho de la noche del domingo.
A mi, esta situación me valía madres, estaba dispuesto a sacarle piedras en la vesícula, y cuantas veces podía exhibirlo y ponerlo en ridículo ante todos, lo hacia.

Recuerdo una ocasión que estaba toda la plana mayor de sus superiores, pues tenían un interés muy especial en el Comando Anfibio.

Resulta que estábamos haciendo el salto del tigre, y el teniente Coco ganso se empezó a ensañar conmigo, para lucirse con sus superiores, y demostrarles que ya me había domado, y me exigía por mi estatura, que cayera mas lejos, eso dependía de la fuerza que tuviera, el que estaba de pivote, y debido a mi estatura y corpulencia, entre la tropa, no había nadie que tuviera la fuerza suficiente, para aventarme mas lejos.
Y por chingarme y hacerme quedar mal, ahí va el acomedido de mi teniente Coco ganso a ponerse de pivote, para aventarme y que me partiera la madre al caer.
Como la situación ya no tenía vuelta de hoja, y como uno esta conciente de sus facultades; Yo sabia que al pivotearme con fuerza, me iba a partir la madre, corrí y al aventarme de cabeza, cerré los ojos, con tan mala suerte para mi teniente Coco ganso, que se apendejo con el reflejo de sus brazos.
Que le caigo de cabeza en el estomago, con el beneplácito tanto de la tropa, como de sus superiores, que se estuvieron carcajeando hasta las lagrimas, el resultado, lo deje sin respiración, y lo mande a la enfermería con dos costillas rotas.

He de aclarar que en ese tiempo yo media un metro con noventa centímetros y pesaba noventa kilos de puro músculo.
Así fue como el madreador, salio madreado, y hasta un Coronel, que era el oficial de mas alto rango que frecuentaba al Comando Anfibio, le decía a ver mi teniente Coco ganso como sigue usted.

El odio hacia mi persona se acrecentó, un día que ya llevaba acumulado entre castigo y castigo de ese día como trescientas lagartijas, y ya no podía, y me quede acostado bocabajo, en lo que me reponía, llego mi teniente Coco ganso con una bayoneta sin funda, que me pica con saña en una nalga, la que me sangro. Acto seguido me levante, y le empecé a demostrar todo lo que había aprendido en las clases de defensa personal.
La pelea duro como veinte minutos, y hasta sus subordinados que también eran marinos de carrera; un subteniente, un sargento primero y dos sargentos segundos, gritaban a mi favor, partele la madre, y sus deseos fueron cumplidos.

Paralelamente a lo descrito, mas o menos al mes y medio de haber iniciado el servicio militar, pues resulto que también nos iban a dar los miércoles y viernes instrucción acuática, pues hay que recordar que era el Comando Anfibio; la cita era en la alberca olímpica de la Unidad Independencia a las nueve de la noche. Se me olvido mencionar que uno de los requisitos para ser aceptado en el Comando era saber nadar.
La instrucción se centro básicamente en enseñarnos a bucear, nos dieron un traje de baño negro con el logotipo del Comando Anfibio, un par de aletas, un visor con purgador y un snorquel; todo de color negro y de tipo profesional.
Primero empezamos por aventarnos a la fosa, desde la plataforma de diez metros, con las aletas bajo un brazo y el visor con el snorquel cogidos en la mano, para ponernos el equipo bajo el agua, purgar el visor, y salir a la superficie con el visor sin agua, y con las aletas puestas.
Y adivinen quien fue el único cabròn que pudo hacerlo a la primera vez, acertaron fue su servidor.
Otro de los ejercicios era ponerse un cinturón con pesas de buzo, y flotar durante una hora, y mientras todos acababan muertos por el esfuerzo, yo me quedaba de muertito y a veces hasta me dormía.

A veces, como una cosa es saber nadar y otra no ahogarse, cuando no estaba mi teniente Coco ganso cuidando, me dedicaba a chingar a medio mundo en el agua.
Llegaba por abajo y les bajaba los calzones, o los jalaba para el fondo.

En una ocasión cuando nos contaron, pues nos estaban contando constantemente, para evitar un ahogado; pues hay que recordar, que nadábamos en la fosa de clavados, que era de noche y que no tenía lámparas.
Faltaba uno que había yo jalado para el fondo, le tuvieron que dar respiración de boca a boca, pues ya estaba inconsciente, afortunadamente reacciono, empezó a toser y a vomitar, y no paso a mayores.
Después llevaron varios equipos de buceo, y un teniente que también era marino de carrera con especialidad en buceo, y con el, empezamos a aplicar en forma lo que habíamos estado aprendiendo.
Una vez que el Comando Anfibio más o menos nadaba y buceaba, nos llevaron en camiones de la Marina, al puerto de Acapulco; a la base de Icacos.
Esto fue en dos ocasiones, salíamos el viernes de madrugada, y regresábamos el domingo por la noche.
El fin de estas visitas a la base de Icacos en Acapulco. Era darnos instrucción de salvamento anfibio.
La instrucción consistía en que; En una lancha de goma, con motor fuera de borda, que iba a toda velocidad, llevando seis hombres ranas del Comando Anfibio; Tirarse al agua con vuelta de campana para un supuesto salvamento.
El fin de tanto entrenamiento, ninguno de nosotros lo sabia, pues eran unas súper chingas exageradas, para estar simplemente haciendo el servicio militar.
Hay que recordar que esto fue en el sangriento año de 1968; Y que muchos de nosotros éramos estudiantes y estábamos inmersos en las huelgas, manifestaciones, reparto de propaganda contra el gobierno, etc.
He de decir que en el aspecto político, yo era un borrego mas como miles y miles que hubo, pues yo estaba en la pendeja absoluta, pero el chiste era andar en el desmadre.

Y una vez que se dio la matanza de Tlatelolco el día 2 de Octubre de 1968. Estaba uno en contra de todo lo que representara al gobierno.

Las olimpiadas, México 68, dieron inicio a los pocos días de la matanza de Tlatelolco. Y oh sorpresa, habíamos sido entrenados para llevar a cabo el rescate anfibio en el Canal de Remo y Canotaje de Cuemanco.
Para sorpresa de todos nos acuartelaron, en el cuartel que tiene la Marina en el Canal de Remo y Canotaje de Cuemanco.
Y entonces prácticamente se dividió el Comando Anfibio en dos, los que éramos estudiantes, que para ese entonces estábamos en franca rebeldía, y los otros que eran empleados, oficinistas, vendedores, etc.
A todos los insubordinados (Estudiantes) que éramos los mejor entrenados, por nuestra constitución física, nos pusieron en los muelles, para recibir a los remeros, después de cada regata. Y en salvamento, en las lanchas de goma pusieron a todos los demás (Empleados, oficinistas, vendedores, etc.) que dicho sea de paso eran los mas pendejos.
Como un dato; mencionare, que las canoas de canotaje son sumamente inestables sin velocidad, que estas traen timonel y dos, cuatro o seis remeros; Y que con tan solo levantar tantito un remo, pues estos vienen fijos, la canoa se voltea.
Y entonces empezó la guerra; Los estudiantes a voltearlas y los empleados, oficinistas, vendedores, etc. A salvar a los competidores olímpicos.
Si usted tiene oportunidad de ver algún documento de las premiaciones de las diversas categorías, podrá usted ver que todos los que subían al podium, a oír su himno nacional, y a recibir sus respectivas medallas, estaban como sopas de empapados.
Y por supuesto la consecuencia fue que aparte de acuartelados, estuvimos también arrestados, durante aproximadamente el mes que duraron las olimpiadas México 68.

Aquí nos daban los tres alimentos, y como en México todo es corrupción, aquí empecé a saber que existía, empecé por conocer, la mezquindad del ser humano que pisotea a sus semejantes, para sacar un beneficio económico, y como se manifestó esta, en la Marina, y en el Comando Anfibio.
La comida del rancho estaba para vomitarse, en el desayuno y la cena te servían en un plato de aluminio con divisiones, que parecía que lo habían sacado de la basura, en una división te ponían un cucharazo de frijoles hervidos, en otra división avena espesa como vomito, en otra un bolillo frió, y en otra iba un posillo de aluminio, con las mismas características del plato, lleno de café negro aguado.
A la hora de la comida invariablemente daban una vomitada, que llamaban arroz, y un puchero que de carne, traía un hueso ò un pellejo y frijoles hervidos.

Ah, pero también había comida a la carta, si traías dinero para pagarla, y esta era servida en losa de porcelana, con el logotipo de la Marina.

Al día siguiente, en que terminaron las olimpiadas, llegaron el Secretario de Marina, y toda su plana mayor, así como miembros del Comité Olímpico Mexicano; He hicieron una ceremonia de premiación y de agradecimiento, para los miembros del Comando Anfibio, y ahí nos enteramos por el orador del discurso, que el Comité Olímpico Mexicano, había dado a la Marina presupuesto para nuestra manutención, durante el tiempo que duraron los juegos olímpicos, y que no precisamente les habían dado presupuesto, para darnos esa pestilente comida, que comimos por aproximadamente el mes que duraron las olimpiadas México 68; Y que además se nos otorgaba un reconocimiento económico.
Nos fueron entregando con un pase de lista del Comando Anfibio, un diploma de la Marina, y una medalla de reconocimiento por nuestra ayuda prestada a la olimpiada México 68, y pura madre del reconocimiento económico.
Entonces recuerdo, que el primero de la lista se apellidaba Acosta, y era del bando de los estudiantes, paso recibió el diploma y la medalla, y acto seguido, en las narices del Secretario, que era quien entregaba las cosas.
Acosta rompió el diploma y aventó la medalla al agua, Y pues ni pedo por solidaridad, todo el bando de los estudiantes a hacer lo mismo.
Y de pura chingadera no nos fusilaron ahí mismo, pero para variar un poquito la rutina, nos arrestaron en el cuartel de la Marina, por una semana por insubordinación y desacato.
Una vez terminado el pinche servicio militar, nos la hicieron bien cardiaca para entregarnos la pinche cartilla liberada, y si no hubiera sido por la influencia de un tío del bando de los estudiantes, que era oficial de alto rango en el estado mayor de guardias presidenciales. A estas alturas del relato, todavía no tendríamos la pinche cartilla liberada.

Y así termino un año de pesadilla, con el famoso servicio militar, y todo por pendejo, pero dice el refrán: Quien no hace pendejadas, no avanza.

Finalizando el bachillerato.

También en este año de 1968, una vez que conocí a Eduardo Huerga Órnelas, alias Pacha, este jugaba Fútbol Americano en el equipo de la prepa.

Y como este deporte siempre me gusto, además la prepa, regalaba el uniforme (jersey, fundas, medias y zapatos) y prestaba el equipo (hombreras, riñoneras, tablas y casco) únicamente tenias que comprar el protector bucal, y ante esta tentación y poniendo en practica el sabio refrán popular, que dice: Si es de gorra, ni quien corra, pues ahí te voy a jugar Fútbol Americano.

He de decir que nunca fui un buen jugador, pues era muy sacòn para los madrazos, pero sin lugar a duda creo que es el deporte donde más ejercitas todos los músculos del cuerpo. Por lo tanto mi constitución física era del mil por ciento.
Así fue que entre la Natación, el Servicio militar y el Fútbol Americano, un poco de estudio, tocar la guitarra y unos gritos que terminaron hasta el ultimo día que fui a la prepa; Hola pinché grifo puto y Adiós pinche grifo puto.
Termine venturosamente el tercer año de preparatoria, que para mí, represento el cuarto año de estar en la preparatoria.

A cada santito le llega su fiestecita.

Pero no, no vayan a pensar que yo era puñal ò un ser asexuado, pues como ya lo dije antes, hasta ese entonces siempre fui muy tímido con las mujeres, ò como bien decía Mara Maru, un puto.
Pero en el aspecto sexual, como todo chamaco pendejo, soñaba con que se me presentara la oportunidad de debutar en estos menesteres.

Debo recordar que en esos años, hablar de sexo era algo prohibido, era una profanación a la moral de la época, y ya no se diga ejercerlo, hay de aquella mujer, que lo ejerciera sin estar casada, era causa de excomunión.
El adjetivo de puta, era el mas amable para describir a una mujer en esos tiempos arcaicos, de hace tan solo treinta y cinco años aproximadamente, no existía ni la sombra de la libertad, que existe hoy en día en esos menesteres.

Únicamente he escrito sobre mi popularidad, y mis triunfos deportivos en la prepa, pero no he hablado de la fase que mantiene uno siempre escondida, debido a los principios que le transmitieron a uno, el tabú al sexo, el sexo es malo, el sexo es una degradación, si no estas casado es pecado mortal, y te vas derechito al infierno, sin hacer escala en el purgatorio.
Para ser objetivos en esta parte del relato, de mis pininos sexuales se debe recordar, que yo tenia una constitución física excelente, aunque de nacimiento, yo traía un garañon integrado.

Y mientas no se me había presentado la oportunidad de conocer a alguien, con quien satisfacer al garañon que traía integrado desde mi nacimiento, pues la única salida era darse autosatisfacción.
Y como los caballeros, no tenemos memoria, pues no mencionare el nombre de la mujer, que me hizo conocer las delicias del sexo.

Cuando tenia diez y siete años tenia una vecina, que era una muchacha que tenia mas ò menos un año de haber enviudado, en ese tiempo ella tenia veintitrés años, y como ella ya había probado las mieles del sexo, le súper urgía seguir ejercitando, lo aprendido dentro de su matrimonio, y tuve la fortuna de ser el elegido, pues han de saber, por si no lo saben, que la mujer es quien elige al tener la ultima palabra, si acepto.
En una ocasión que iba yo pasando por afuera de su casa me llamo y me dijo que si no le ayudaba a mover unos muebles, y ahí va el acomedido de Gonzalo a ayudarle, fuimos según ella a cambiar de lugar la cama, y todavía no movíamos nada, cuando que se levanta el vestido y se lo quita, y oh sorpresa, no traía nada abajo, fue la primera vez que vi a una mujer desnuda en vivo y a todo color, y que por cierto estaba muy bien equipada, y me suelta de sopetón, quítate la ropa, y creanme que todavía no terminaba de decirlo, cuando yo estaba ya desnudo ( bichi ).
Así fue como ella me eligió e inicio en estas delicias amatorias de la vida, fue mi maestra, y aprendí perfectamente, el oficio que hay que tener para enloquecer a una mujer. Esto gracias a que era una mujer de fuego, y yo gasolina, imaginen la combinación.
Así transcurrieron varios años, al principio con dos o tres incendios al día, y un tiempo después, con cuando menos tres incendios a la semana.
Hasta que por circunstancias de la vida, nos fuimos distanciando poco a poco, pero eso si gane a pulso en todo ese tiempo mi titulo profesional, mi titulo de maestría y mi titulo de doctorado en relaciones sexuales.

Así fue como me inicie en las lides del amor, cuando entre yo a estudiar Arquitectura, iba ya por mi titulo de doctor honoris causa en relaciones sexuales.

La realización de un sueño, estudiar Arquitectura.

Como antecedente de porque me incline por estudiar Arquitectura, diré que una de las cosas que siempre se me facilitaron y gustaron es el dibujo y las manualidades de cualquier tipo.

En ese tiempo para que lo aceptaran a uno para hacer el examen de admisión en La Escuela Nacional de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, tenia que tener un promedio mínimo de ocho, y mi promedio había sido de nueve punto uno. Así es que dije, Arquitectura, ahí te voy.
Fui a La Escuela Nacional de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, a sacar ficha para hacer el examen, y de tres mil aspirantes, nada mas nos aceptaron a trescientos; Pues eran seis grupos de cincuenta estudiantes cada uno.

Descubriendo la diferencia de castas.

El primer año que pase en la Universidad, me di cuenta que la sociedad estaba dividida por clases sociales, divididas de acuerdo a su economía.

Ahí descubrí, que solo los ricos con cultura ò los extranjeros, eran la única gente sencilla, en el grupo, al que me toco ingresar, había de todo.
Tratare de describir las diversas clases sociales, que vi que existían, y como eran en su comportamiento, cada una de ellas.

Como ya mencione los ricos con cultura, y esto lo detecte porque fue un buen amigo mío, el se llamaba Eduardo Baz, y era hijo del Dr. Baz, su papa había sido Gobernador del estado de México, y para entonces ocupaba un alto cargo en el PRI, y era un exitoso político mexicano.
Eduardo a pesar de nadar en dinero y llegar con escolta a la escuela, alternaba con todo mundo, y conmigo tenia una relación como si yo fuera su igual. Y todo empezó porque el primer día de clases se sentó junto a mí, no llevaba en que escribir, le arranque unas hojas a mi cuaderno y se las ofrecí.
Del otro lado, se sentó un joven muy correcto, que hablaba todo mocho, y que a leguas se veía que era gringo, y que para variar un poco, ese no traía ni papel en donde escribir, ni pluma con que escribir.
Le arranque otras hojas a mi cuaderno se las ofrecí, me hizo señas para que le prestara una pluma, y se la preste.
Y resulto, que no era gringo, sino alemán, su nombre era Henry Spamer, era un chavo que vivía en la colonia Guadalupe Inn, una de las colonias más popof del sur de la ciudad, que tenía un Mercedes Benz por auto, y en la cartera también toda la lana del mundo.
En el futuro Henry Spamer, seria mejor conocido, por el apodo que le puse de Hanz.

Otra clase social que detecte fue la clase alta mexicana, este era un círculo muy cerrado y de puros súper mamones niños bien, otro grupo era de hijos de judíos, estos eran también gente muy rica, pero que no alternaban con nadie por temor a que el populacho les contagiara alguna enfermedad.
Otra clase social era la clase media, que eran chavos que se sentían de la clase alta, pero sin tener el poder económico de estos. Entre esta clase se encontraban tanto gente sencilla, como los que se consideraban descendientes de algún dios, y existía otra, que se consideraban intelectuales Non plus ultra.

Había otra clase alta folclórica, que representaban a todos los hijos de los ricos, los políticos, los caciques, etc. de la hermosa provincia mexicana.
Con todos estos llevaba una buena relación, pues todos eran personas sencillas y muy tratables, y los apodos que les puse, fueron por ejemplo:
El porteño, si venia del puerto de Acapulco, El jarocho, si venia del puerto de Veracruz, El chihuahueño si venia de Chihuahua, y así a todos según su lugar de origen. En ese tiempo esta clase representaba aproximadamente un cincuenta por ciento de la población estudiantil.
Y la ultima clase, que era a la clase social que yo pertenecía, que era la media baja, pero muy, muy baja. Oh mas bien conocida como la de los jodidos, y de la cual en el grupo éramos únicamente tres tristes tigres.

En la baba absoluta.

Empezare por describir mi precaria situación económica, en estas alturas del partido, y lo hago, no como ya he mencionado, con amargura ò frustración, lo hago para dejar testimonio, de que cuando uno quiere superarse, la única forma de hacerlo es trabajando el doble de la demás gente que lo rodea a uno.
Pues bien han de saber que mi papa, que a duras penas sacaba para mantenernos, tenía el sueño de que todos sus hijos fueran profesionistas.
Esa era la razón, por la que el baquetón de Gonzalo, o sea yo, hubiese iniciado sus estudios universitarios.
Mi papa diariamente me daba con grandes sacrificios, la cantidad de diez pesos, para ir dizque a estudiar a la Escuela Nacional de Arquitectura.
Hay que recordar, que a medida que ha ido pasando el tiempo, todo a subido de precio, y que ya los perros no se amarraban con longaniza, como antes, ahora tenia que tomar dos camiones de ida, y dos de regreso, ya para entonces el pasaje costaba un peso; Eso daba, si Pitágoras no se fue de pinta, la cantidad de cuatro pesos.
Sobrándome al día, la cantidad de seis pesos. De los cuales tenia que comprar el material, que día con día ocupábamos, y que eran: papel mantequilla delgado, un peso con cincuenta centavos, o papel albanene delgado, tres pesos, cartón cascaron, cartón ilustración, pegamento, puntillas, tinta, ò madre y media que se usan, para dibujar, para hacer trabajos, para hacer maquetas, ò para hacer chingadera y media que le dejan de trabajo a uno, en el transcurso de la carrera.
Además de comprar el material necesario, de aquí mismo tenia, que procurarme el pipirìn del día, ya que al iniciar la carrera, entraba a clases a las siete de la mañana, salía a las dos de la tarde, volvía a entrar a las cuatro de la tarde, y volvía a salir a las ocho ò nueve de la noche, estos horarios de locos, ahora lo se, son con el fin de que en el primer año de la carrera, desista el mayor numero de estudiantes posible.
El pipirìn consistía en comerse una torta, o dos tacos, y con agüita, porque no alcanzaba para el refresco, y había muchas veces que me tenía que gastar todo lo que me sobraba en material, y pues ni modo, me quedaba sin comer hasta la noche que llegara a la casa.

Un esclavo tiene mayor libertad.

El horario de cualquier día, era levantarse a bañar a las cuatro y media de la mañana, desayunarse de volada, tomar el primer camión a las cinco treinta de la mañana, de la casa a la Alameda Central, transbordar al segundo camión, de la Alameda Central hasta la Ciudad Universitaria, para llegar a clase de siete de la mañana, obviamente los camiones a esta hora iban llenos de puro estudiante que iba jeteando, y el único que iba despierto era el chofer. Entrar a clases a las siete de la mañana, salir a las dos de la tarde, y de dos a cuatro de la tarde, comer si había con que, ò si me invitaba Herman a comer a su casa, ò irse a la biblioteca a investigar ò a consultar los libros, ya que no me podía dar el lujo de comprarlos, volver a entrar a clases a las cuatro de la tarde, salir a las ocho ò nueve de la noche, y volver a repetir la odisea para llegar a la casa, aproximadamente entre diez y once de la noche, llegar muerto de hambre a comer y ponerse a hacer los trabajos que le dejan a lo largo de la carrera, hasta la una de la mañana.
Doy mi palabra que a la semana mínimo me pasaba una o dos noches en vela, para terminar algún trabajo que había que entregar, ahí que tomar en cuenta que aproximadamente el ochenta por ciento de los mismos eran trabajos manuales, y el veinte por ciento era estudiar ò investigar.
Esta súper chinga de horario, y de trabajo para alguien que viene de la hueva absoluta, es la muerte, por eso existe tanta deserción de estudiantes en la carrera de Arquitectura, amen de que tiene fama de ser junto con la carrera de medicina, las carreras mas matadas y mas cabronas de todas las que existen, pero yo quería ser Arquitecto.
He de decir que no me raje, ni salí corriendo en el primer año de la carrera de Arquitectura, que es el mas cabron; Porque siempre he sido más obstinado y terco que un pinche burro y que la tres veces heroica chingada.

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